La visita a las Cuevas de Batu, que se encuentran a menos de 20 kilómetros de la capital de Malasia, Kuala Lumpur, son una de las excursiones de un día (de hecho, de medio día) más populares desde esta ciudad.
En estas cuevas se encuentran uno de los mayores santuarios hindúes de fuera de la India, por lo que su visita, es casi indispensable para todos los viajeros que llegan a la moderna capital de Malasia.
Las cuevas se encuentran en el distrito de Gombak, justo en la ribera del río Batu, del que toma su nombre. Para llegar a las Cuevas de Batu, lo más práctico es usar el transporte público. En concreto, el mismo tren de KTM Komuta, que sale desde KL Sentral y llega hasta las cuevas (parada Batu Caves). Más fácil, imposible.
Para visitar las Cuevas de Batu no hay que pagar entrada, pues el santuario está abierto a todo el mundo, de forma gratuita, independientemente de la fe que se profese.
Nos cuentan que estas cuevas naturales no fueron descubiertas por William Hornadayfins hasta 1878. Y ciertamente se hace difícil de creer, dada la enorme tamaño que tienen.
Cuando bajamos del tren que en pocos minutos nos ha dejado en la estación Batu Caves, sólo tenemos que caminar unos doscientos metros, para llegar hasta la base de la enorme escalinata que nos llevará hasta la cueva principal, la Cueva del Templo , que hace más de 400 millones de años que agujerea la enorme pared de caliza. De camino, nos cruzaremos con las primeras estatuas hindúes de vivos colores, que tan características son de esta religión.
Visita a las Cuevas de Batu en Kuala Lumpur
En la base de la larga escalinata que nos llevará hasta las Cuevas de Batu, encontramos una enorme estatua dorada delDdios hindú, Murugan (también conocido como Kārttikeya), al que está dedicado el templo. La estatua tiene una altura de 42 metros y es la más grande del mundo dedicada a esta divinidad hindú. Este Dios, hijo de Parvati y Shiva, es el Dios de la guerra, capaz de dirigir sus ejércitos contra los demonios. Es por ello que suele ser representado con una lanza en la mano, tal y como vemos en la escultura de las Cuevas de Batu.
El color uniformemente dorado de Murugan contrasta con la enorme paleta de colores con que están pintadas todas las figuras que iremos viendo durante nuestra visita a las Cuevas de Batu y que nos recuerdan a menudo, las figuras de las Fallas de Valencia.
Durante la subida por los 272 escalones que nos llevarán hasta arriba, hacemos varias paradas para disfrutar de las diversas familias de monos, que juguetones, no paran de hacer travesuras. Nos han avisado de que vayamos con cuidado, pues los simios no están por tonterías y si ven comida a la vista, lo más probable es que te ataquen. También nos avisan de que tengamos especial cuidado con las cámaras fotográficas y con los bolsos. Según parece, los monos de las Cuevas de Batu tienen la mano muy larga.
Cuando llegamos arriba, nos sorprende la enorme apertura de la cueva, que ilumina todo su interior. En el techo hay algunos murciélagos. La cavidad principal es inmensa y tiene una altura de más de 100 metros, por lo que no es difícil de entender porque es conocida como Cueva de la Catedral.
Los fieles hacen cola en una serie de altares que están presididos por unos monjes budistas que parecen estar haciendo algún ritual, que nuestra fe no nos permite interpretar. En algunos de los altares, los monjes reparten comida y en otros, ponen la característica mancha de pintura hindú en la frente, llamado bindi o tilak. Las ceremonias parecen abiertas a todos, y cuando nos acercamos, los monjes no dudan en ponernos el tilak y desearnos suerte. Las Cuevas de Batu son un lugar bien vivo y no un reclamo turístico. Además la integración del templo con el entorno natural de la cueva hace que este paraje sea de gran belleza.
Más de un millón y medio de hindúes peregrinan a las Cuevas de Batu durante el festival Thaipusam, que tiene un origen en el estado indio de Tamil Nadu. En este festival se rinde culto a Murugan, Dios de la guerra, para celebrar que fue capaz de vencer el mal, que tomaba la forma del demonio Soorapadam. Este festival es una auténtica prueba de fe de los seguidores de Murugan, que son capaces de pincharse con lanzas como las del Dios Murugan u otros objetos punzantes, como prueba de la fe que profesan a la divinidad en cuestión.
Dentro de la cueva principal, también encontramos una imagen de Murugan, igualmente dorada y más pequeña, que es el destino final de los fieles que celebran el Thaipusam. A sus pies dejan como ofrenda, los cuchillos o las lanzas que se han clavado durante el trayecto, así como una serie de ganchos metálicos que se han clavado en su cuerpo y de los que cuelgan una serie de ofrendas para Murugan.
Nuestra visita a las Cuevas de Batu dura un par de horas, por lo que al medio día nos plantamos ante las Torres Petronas de Kuala Lumpur, uno de los rascacielos más bonitos del mundo.
Cómo llegar a las Cuevas de Batu desde Kuala Lumpur
Como he explicado, la manera más fácil de llegar a las Cuevas de Batu es utilizando el transporte público.
El sistema de transporte metropolitano de Kuala Lumpur y alrededores está formado por un sistema integrado por diversas empresas. La línea 2 del LTM Komuter nos permite llegar desde KL Sentral hasta la estación Batu Caves, a 200 metros de la puerta de acceso a las cuevas. Es la última parada. Hay vagones donde sólo está permitida la entrada a las mujeres y vagones mixtos. También se puede utilizar el taxi para llegar a las Cuevas de Batu.