El Pueblo dogón supone uno de los ejemplos del enorme abanico etnográfico existente en África, y que hace que el descubrimiento de nuevas culturas por parte del viajero sea uno de los reclamos más evidentes en la visita a la mayoría de países del continente negro. Para todos aquellos a los que los que gusta ver “algo diferente”, investigar “lo auténtico”, incluso, quien pretende buscar los “orígenes de la especie”, que se pierde en la noche de los tiempos, África es un referente.
Algunas zonas de África son especialmente emblemáticas en este sentido. Probablemente el Valle del Río Omo, en la actual Etiopía, donde viven tribus tant extraordinarias como los Surma o los Mursi sea el paradigma. Otros ejemplos son Namibia, donde encontramos los Himba, uno de los grupos étnicos más homogéneos y visualmente más agradecidos al ojo occidental. O Kenia y Tanzania, donde los Masai son quizás el grupo étnico más conocido, pero donde encontramos también los Datoga (emparentados con los Mursi) o los Hadzabe (emparentados con los San del desierto del Kalahari).
Hoy me gustaría hablar de una de las tribus y grupos étnicos que encontramos en Mali, en un viaje que tuvimos la oportunidad de hacer en 2011, justo unos días antes de que el Golpe de Estado militar en Mali, dejara un montón de occidentales sin posibilidades de salir del país durante una buena temporada.
¿DÓNDE VIVE EL PUEBLO DOGÓN?
El pueblo Dogón es uno de los pueblos más emblemáticos del Oeste de África. Viven en los alrededores de lo que conocemos como la falla de Bandiágara, una enorme fractura geológica, que presenta unos desfiladero de entre 150 y 300 metros de altura y que se extiende casi 200 kilómetros. La falla está habitada desde la antigüedad, primero por el pueblo Telem, ya extinguido (podemos ver algunos construcciones Telem en la falla), y posteriormente, desde el siglo XV, por el pueblo Dogón, que a menudo, no sólo vive por sus alrededores, sino incluso en el enorme y escarpado barranco de la falla
Dado que la existencia de censo oficial es casi inexistente, se hace difícil saber cuántos Dogón hay. Parece que la cifra estaría entre el medio millón y los ochocientos mil habitantes.
Según las fuentes más informadas, el pueblo Dogón llegarían a la falla huyendo de otros pueblos que querían imponer el ascendente islamismo. En la falla, encontraron un buen lugar donde vivir, construyendo sus casas a base de barro, excrementos y paja, en un color ocre que se mimetiza perfectamente con el color de la piedra arenisca que predomina en la falla.
TRADICIÓN, COSMOGONÍA Y RELIGIÓN DEL PUEBLO DOGÓN
Las tradiciones, la cosmogonía y las leyendas forman parte indisociable de este pueblo, y por suerte, y dado el relativo aislamiento en que han vivido desde hace siglos, se mantiene prácticamente intacto.
Actualmente la mayoría de dogones practican el animismo, aunque algunos se han convertido al Islam o al Catolicismo. Durante nuestra estancia fuimos recibidos por algunos brujos dogones. Cada poblado tiene su brujo, que es una de las figuras más importantes del pueblo, uno de los líderes espirituales, consejero de las familias ante muchas de las decisiones que han de tomar y a menudo, una especie de médico ancestral al que se le suponen poderes mágicos para curar a los enfermos. La concha de cauri es el medio principal con que hacen sus ritos y con los que leen el futuro. A nosotros nos tocó comprar nueces de cola para que se cumplieran los buenos augurios que el brujo, después de leer la posición del caurí había previsto. Mi hermana tuvo menos suerte: tuvo que comprar y sacrificar una gallina. Pero lo hizo. Cualquiera se arriesga.
Pero el verdadero líder espiritual de pueblo Dogón, es el Hogon. La mayoría de poblados aún tienen uno y es elegido por los viejos del poblado. El Hogon vive aislado del pueblo y es cuidado por una virgen durante su periodo de iniciación, que dura unos seis meses, durante los cuales no se puede ni lavar ni afeitar. Una vez pasado el periodo de iniciación puede volver a tener contacto con su mujer. Pero el Hogon seguirá viviendo solo y su mujer, ha de volver a casa cada noche.
Uno de los ritos más sagrados de los dogones es el de la ceremonia del Sigui, que se hace cada 60 años. Cada poblado tiene su propio Sigui, que dura 10 días. Esta ceremonia se realiza para conmemorar el paso de su cultura y de su lengua, generación tras generación y el último data de 1967.
En el poblado de Songo encontramos la zona donde se hacen los ritos de iniciación cada 7 años. La zona está llena de vistosos grafitis y supone el espacio donde los jóvenes dogon pasarán a la etapa adulta. Según los dogones, todo ser humano nace con una parte femenina y con una parte masculina. La parte femenina de los hombres reside en el prepucio, mientras que la parte masculina de la mujer, está situada en el clítoris. Es por ello, que durante la iniciación, los hombres son circuncidados, perdiendo su alma femenina, y las mujeres reciben la ablación, perdiendo su alma masculina. Aunque la ablación femenina está prohibida y penada, parece que en algunos puntos podría ser que se continuara realizando.
Algunos de los edificios más emblemáticos de los poblados dogón son sus vistosos pajares. Las puertas y ventanas de los pajares, esculpidas en madera, suponen una de las partes más destacables del arte del pueblo dogón.
Otro edificio que se repite en todos los pueblos, es la toguna, una pequeña edificación, muy bajita, sustentada por seis pilares de madera y techo de paja, donde el Consejo de ancianos del pueblo, debate sobre los temas más importantes de la comunidad. Si hay un conflicto entre diferentes individuos o familias, en la toguna se dicta una resolución. En un trekking por los diferentes poblados dogón es fácil encontrar viejos en las togunas.
TREKKING POR EL PAÍS DOGÓN
Un trekking caminando por la falda de la Falla de Bandiagara, de oeste a este, o al revés, es el mejor método para conocer el pueblo dogón. Nosotros bajamos la falla en 4 × 4, hicimos un trekking de tres días por el país dogón, recorriéndolo de oeste a este, y subimos la falla a pie, destino Benimato, el último día. De esta manera, puedes pasar por un montón de poblados, ver sus atractivas construcciones, casas, mezquitas de adobe y pajares. Puedes convivir con los dogones e ir a sus mercados e incluso, ir a alguna ceremonia de máscaras, como la que pudimos disfrutar en Benimato, la última noche, ya en la parte alta de la falla, en una de los momentos más mágicos que hemos podido vivir en África.
Durante estos días de trekking, el viajero puede dormir en algunos campamentos adecuados a los visitantes. Son austeros, pero con suficiente comodidad, y duchas, aunque sea fuera de la habitación. En verano es habitual dormir en la azotea, pues en el interior hace mucho calor, pero nosotros preferimos dormir dentro, y ahorrarnos los mosquitos. La comida, sin embargo es más austera que el alojamiento. De hecho, es de las veces que más hambre hemos pasado durante un viaje, por lo que recomiendo a quien haga el treking por el país dogón, que vaya con provisiones, por si acaso. Sin duda, conocer el pueblo dogón supone uno de los momentos más bonitos del viaje a Mali.